miércoles, 18 de septiembre de 2013

Buenos Aires II- el chilango paseador



Salí del teatro y me dedique a aplanar calles de nuevo. Existen muchos rincones que visitar en la ciudad, encontré un museo dedicado a la memoria del holocausto judío, en el cual las medidas de seguridad al entrar superan con creces a los del aeropuerto; también encontré otro museo de arte sacro, muy pequeño y casi abandonado en el cual me di el susto de mi vida: sucede que un salón del museo esta dedicado a las muñecas y es un saloncito con vitrina en el que hay muchas, muchas muñecas; pero el salón al estar mal iluminado les da una tonalidad macabra; el vigilante se portó cuate y me explicó un poco la ciudad y que no me perdiera para nada el museo ferroviario. Fui a dicho museo y pues no es la gran cosa, pero si está interesante.


Muñecas macabras


Vacas en el museo ferrocarrilero 


  Jardín del museo de arte sacro

Después de salir de tanto ferrocarril, la parada obligada era el Puerto Madero (famoso en México por los wannabes que van a comer ahí) y sí, el puerto es como los restaurantes, todo de ladrillo rojo y también los restaurantes muy caros.
Decidí regresar al hotel y ya que había caminado todo el día me regresé en metro o Subte, como le llaman allá. Al parecer aún usan metros de hace 100 años porque se ven bastante cascarones; me urgía regresar ya que había contratado una cena-show de tango y pues mi público me estaría esperando. Llegué al hotel, me puse mis implementos de tanguero y Salí al lobby a esperar mi transporte, porque si algo sí coordinan los argentinos es el show de tango: reservas en tu hotel y el transporte pasa por ti, te lleva a la cena-show y te regresa en calidad de bulto al hotel. Así que con mis mejores garras esperé pacientemente mi transporte, llegó y nos dirigimos a la Esquina Gardel,  que así se llamaba el restaurante donde elegí, aunque hay shows de tango hasta en los Mc Donalds.
Ya en el restaurante lo primero que te hacen es tomarte una foto con una tanguera o tanguero (dependiendo de la preferencia del comensal) y te pasan  a tu lugar, yo me senté frente a una pareja de Uruguay bastante agradables y una pareja de Chile que, creo, ni por error nos saludaron y menos hablaron con nosotros. Y disfrutamos de un show bastante “hollywoodesco” de tango, lo cual no deja de ser bastante interesante y una vez que estuve en calidad de bulto de tanto beber (como me sucedió en Paris) me regresaron a mi hotelito a dormir.
A la mañana siguiente y ya medio conociendo cómo moverme por la ciudad me volví a lanzar a pata hasta la 9 de julio para de ahí bajar por una diagonal y llegar hasta la Plaza de Mayo (el equivalente al Zócalo de la ciudad de México con todo y plantón) y adelantito la Casa Rosada (la casa de la presidencia) que la mera neta si está más bonita que Los Pinos.


Plaza de Mayo con Casa Rosada de fondo y plantón a la derecha.
Y seguí caminando y llegué de nuevo a Puerto Madero, donde caminé un poco por el puerto y encontré un buque que había sido buque escuela de la naval de Argentina y ahora es un museo con artilugios de su travesía por los 7 mares (y yo que aun no pongo mi museo por las travesías de los 7 bares, ¡maldición!) y adelantito está el Puente de la Mujer famoso porque mmm pues es un puente y mmmm ¿se lo dedicaron a la mujer?


Buque-museo  


Puerto Madero 


Puente de la mujer

De regreso y vagabundeando por ahí, encontré las oficinas de Buquebus, y como soy bien chismoso me metí a ver qué excursiones había, y así como soy de conservador me compre un tour de 2 días 1 noche en Colonia, Uruguay para el siguiente día.
Después de comprar mi tour del día siguiente, me regresé caminando un poco y me encontré el famoso “Gran Rex”  EL centro de espectáculos del BsAs  y en el cual había ciclo de conciertos de Joaquín Sabina (pero no encontré boleto L) así que después de mi decepción me regrese al hotel a acicalarme porque en la noche tenia una cita con el Puerto Madero.