No podía faltar el siempre-esperado-jamás-olvidado baile de la víbora de la mar (y no me refiero a la vez que llevamos a la Flaca a la playa) en el cual gracias a la fuerza y valor de Liho y de acá el que escribe, el Sr Juan sobrevivió a la bola de empujones y aventadas que se dieron los demás y que no pudieron derribar la protección que le dimos, hagan de cuenta como cuando Homero Simpson se hace guardaespaldas, así de seguro estaba el Juan
Se me había pasado, durante la comida hubo un momento que cantaron algunas melodías sudamericanas (ya saben como el cóndor pasa y esas cosas) lo único malo fue que los siempre descorteses anfitriones no complacieron a la banda que pedía a gritos que cantaran alguna de la tigresa del oriente o ya de perdis delfín al fin.
Las horas transcurrían pero la gente no se iba, y ps acá nosotros tampoco (somos conocidos por salir justo antes de que empiece la siguiente fiesta) mientras pásabamos algunos momentos bailando (o bueno, en mi caso intentando hacer lo posible por parecer lo menos ridículo al simular bailar) o bien departiendo alegremente en la mesa (correctamente traducido a: “sentados criticando a todos y todo lo que veíamos)
Y llegó la hora de los chilaquiles y con ellos los mariachis, ellos fueron un chou aparte, primero uno de los “cantantes” creo estaba en su época de adoración al Tata, así cantaba como chocheando, después no faltaron los “espontáneos” (que la neta un don que cantó lo hizo mejor que el del mariachi) y ya al final de su participación, el mariachi nos regaló una pieza musical cuya letra decía algo así como “y uno que es probreeeeee- la vida no es justaaaaaaaaa” o algo así, haciendo una breve encuesta salió que nadie conocía esa canción y que, dado el momento, no considerábamos que fuera la canción indicada para una boda (ah porque la misma tenia su parte “declamada” a mitad de la canción y todo)
Se terminó la fiesta y como ya no estaban sirviendo más pomos ps decidimos irnos a otro lado con mejor botana, nos despedimos de los ahora don y doña, la doña ya se veía levemente dañada (sobre todo confesó que ya no aguantaba las patas, yo sé que realmente lo que ya no aguantaba era el hambre) así que, nos despedimos de ellos y les preguntamos la dirección para ir al recalentado, nos contestaron (por lo menos a mí) que me esperaban ver antes de navidad para los abrazos ¬¬
Y así fue oooootra boda manchada más, esto ya se está haciendo costumbre, debo cambiar de amigos, definitivo.
JM
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