Iba de trabajo por la zona (bueno realmente no, pero estaba
ya abajo del Ecuador así que dije ¡que diablos!, vamos a Buenos Aires) lo
decidí de último momento, así que un par de horas después y tras un intenso
googleo tenía ya hotel y vuelo; una semana en Buenos Aires.
BsAs (Buenos Aires) tiene dos aeropuertos, eso lo descubrí a
la hora de regresar, pero llegaremos a ese punto más adelante. Una vez
aterrizado y tras pasar un control migratorio como de primaria, mi primer pensamiento
fue “necesito pesos argentinos”, dado que tengo la maldita mala costumbre de
nunca comprar dólares sino sacar directamente del cajero del aeropuerto del
país al que viajo, me vi en la penosa necesidad de caminar 7.2 millas náuticas
para encontrar el maldito cajero que no tenia dinero, así que me dije “ya me
fregué”, busqué y encontré los taxis del aeropuerto que afortunadamente aceptaban
tarjeta de crédito así que pues a darle.
Me subí, el taxista fue la primera persona que me empezó a
quitar el estereotipo de que los argentinos son pesados (nada más alejado de la
realidad) mientras íbamos hacia mi hotel me dio una pequeña explicación de la
ciudad y (así, de cuates) me regaló un mapa de la ciudad.
Llegamos al hotel, eran ya casi las 11 de la noche, dejé mi
maleta y decidí mejor descansar bien esa noche para iniciar temprano el trabajo
de “aplanamiento de calles” al día siguiente, pero no podía dejar de pedir esto:
(nota del
borracho que se la tomo: esa es una botella tamaño caguama)
La ciudad: vista por un aplanador de calles
Me levanté temprano, el hotel era cómodo, pequeña la
habitación -bueno, a mi todo me queda pequeño- pero confortable, un desayuno
rápido (café, pan, bolillitos con jamón y queso que yo hábilmente convertí en
tortitas) y vámonos a la calle en donde lo primero que hice fue -por fin- sacar
pesos argentinos de un cajero.
El hotel estaba a dos cuadras de la avenida Callao, una de
las principales de BsAs, así que ya con el mapa camine y caminé, una mañana
Bonarense bastante agradable, después me fui por Av. Corrientes, en donde
encontré un 7-eleven y compre mi kit de supervivencia del día: un red bull y un
gatorade. Y seguí caminando hasta que me encontré con esto:
El Obelisco visto desde Corrientes
El obelisco fue hecho con motivo del cuarto centenario de la
fundación de la ciudad, está situado sobre la avenida 9 de julio, una de las
más -o la más- importante de la capital; tiene una altura de 67.5 metros y fue
construido en 1936.
Avenida 9 de julio, si, son un chingo de carriles
Después caminé un poco sin rumbo sobre la 9 de julio hasta encontrarme con esto:
Teatro Colón
El Teatro Colón se inauguró en 1908 y es considerado uno de los cinco mejores teatros para la opera gracias a su acústica. Por dentro se ve así:
El teatro sigue vivo y la señorita guía nos contó que
últimamente se ha visto en uno de los palcos a una pareja, lo interesante es
que el teatro NO tiene vendido ese palco, y nadie sabe quiénes son, sólo se
aparecen en ciertas obras y se van.
(to bi continued)
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